En el capítulo 3 el autor nos habla sobre el conocimiento fragmentado, él defiende una enseñanza global porque es como lo vamos aprendiendo desde pequeños; y critica un currículum con demasiados contenidos e irrelevantes.
Otro punto importante sobre el que habla, es que en los tiempos que corren, al haber tanta información es difícil saber cual es la importante, la relevante, y esto es un trabajo que se debería hacer en las escuelas, como él dice, “las escuelas deberían ser un filtro”.
El autor continúa explicando los inconvenientes del tipo de conocimiento que se da en las escuelas, y luego nos da diez consejos sobre el conocimiento innovador. Y por último, habla de la globalización e interdisciplinareidad.
En cuanto al capítulo 4 se habla sobre el uso de los métodos, si hay unos más buenos que otros, o si todos son buenos y sólo depende de su uso. A continuación se habla sobre tres conceptos clave que tiene que tener en cuenta todo profesor: curiosidad, error y memoria. Y por último, recursos y materiales, donde el que destaca en la escuela es el libro de texto, y propone unos alternativos, pero todos son escritos, impresos. Una de las razones que creo por la que nos habla de estos es para que veamos que los materiales tradicionales pueden ser a su vez innovadores.
En general, la lectura de estos capítulos no me ha resultado tan pesada como la de los anteriores capítulos, esto se debe a que ya me voy familiarizando más con el contenido, y además, ya lo vamos comentando en clase.
Todos los capítulos tienen algo que me sorprenden: en el capítulo 3 ha sido lo del conocimiento fragmentado. Toda la vida estudiando de esta manera, y ahora te das cuenta que no es un método del todo correcto, y me doy cuenta de que Carbonell tiene razón, que la forma de aprender es global, sin separar contenidos. Y si te paras a pensar, no parece muy complicado juntar por unos días la enseñanza de dos asignaturas, aunque eso lo digo sin tener mucha experiencia en la profesión. Hablo de dos asignaturas porque lo veo mucho más fácil para integrar el conocimiento globalizado, y creo que es un buen punto de partida.
En el capítulo 4 me ha sorprendido la pedagogía del error: Carbonell comenta que el primer paso para aprender los alumnos es despertarles la curiosidad. Y creo que por lo general, eso no se hace en las escuelas. Luego se les van realizando exámenes y unos aprueban y otros suspenden, y algunos de los que aprueban es porque copian, ya que en esta sociedad se conoce el error como un signo de mal estudiante. Entonces lo que se defiende en el libro es que los alumnos deben aprender a aceptar los errores porque así es una manera de avanzar en el camino, y además, el profesor debe ayudar a que no se frustren los alumnos.
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